Por Antonio Frausto
“El poder no se comparte, se ejerce” es una de las frase comúnmente escuchadas en la política y fue eso justo lo que pasó con la renuncia de Guillermo Mendoza y el nombramiento de Dámaso Anaya como Rector de la Universidad Autónoma de Tamaulipas.
Luego de meses de especulación, finalmente hace un par de días quien está en el poder en Tamaulipas, tomó la decisión de que Mendoza Cavazos no continuará al frente de la máxima casa de estudios y presentara su renuncia voluntariamente.
La llegada de Dámaso Anaya a la rectoría de la UAT no debe sorprender a nadie, pues es una regla no escrita en la política, se gobierna con los cercanos, con los amigos, con quienes puedes confiar plenamente y comparten tu proyecto y visión política.
Lo sucedido en la Universidad ¿será el presagio de que pronto habrá nuevos cambios en organismos estatales, presentaciones de renuncias y el arribo de figuras afines al proyecto transformador que se implementa en Tamaulipas? y sin necesidad de la mayoría calificada en el Congreso del Estado Libre y Soberano de Tamaulipas.
Parece que la curva de aprendizaje del primer año ya se superó, por el bien de Tamaulipas que bueno que sea así.
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